jueves, 16 de septiembre de 2010

Servicio de Utilidad Pública

- ¿Qué le parece si deja todo en manos de este, su humilde servidor, y se relaja esperando un mejor pronóstico? Y así como si nada, un buen hombre se entrega a los servicios de salud pública luego de una exhasperante hora y veinticinco minutos de humedad, llantos, coprolalias gratiutas, penetrantes sirenas (con ese misil acústico, de verdad que pienso que todavia no le bajan los testículos) y sobretodo de tensión que puede producir un hombre que estoy seguro, casi a pie juntillo, que por defender lo que por derecho le pertenece posee un historial que despierta más respeto que una horda de mujeres despechadas.
El especialista regresa con algunos de sus instrumentos. Los conejos no vienen fácil, mucho menos estas palomas mensajeras que sanan el dolor, devuelven la alegría, nos traen paz, pero sobretodo, dan permiso para olvidar cualquiera de estas malditas congojas.

- ¿Dónde le duele maestro? (la jerga puede ser un poco chocante si usted viene de colegio católico, aunque esto no es excusa, todo el mundo ha jugado a la pelota, o ha besado camboyanas, o tiene amigos marginales. Las niñitas a veces los prefieren brutos.)

- ¿Tiene algo para la mente?

- Sientese, en seguida la haré algunas pruebas.

Al parecer el especialista es un hombre experimentado. Está teniendo una charla tecnica con algunos colegas. La brillantez de sus argumentos, así como la acuciosa información manejada al dedillo en su profundidad académica, lo dejan sin oposición y aumenta su yá extensa lista de admiradores. Lo que no quita que entre los respetables, haya más de alguno que busque algo distinto que el respeto profesional.

- ¿Está durmiendo bien?, ¿Cómo está su dieta?

- Ocho horas maestro, a veces me cuesta. El trabajo, la universidad, la casa, la familia, mi pareja, mis proyectos, el barrio donde vivo, el auto, las cuentas, los vecinos, la delincuencia, las micros, no se. Aunque mi dieta ha estado mejor, ahora como menos caca que antes.

- Su libido ¿Intacta?

- A veces fornico por rabia.

- Entiendo, déjeme tomar algunas notas. Bueno caballero creo que ya se exactamente lo que necesita.

- ¿Ah si?

- Así es, tome.

En ese momento me percato que el envoltorio estaba un poco mas espeso que otras veces, creo que la calidad de los productos estaba siendo comprometida por el mercado y que finalmente la comercialización de la medicina (en un sentido estricto por supuesto, no vayan a pensar mal) habia llevado al especialista, y a otros especialistas, a experimentar con otros criterios diagnósticos, un poco más de la cuenta.

Nunca más le compro marihuana a este hueón!

2 comentarios:

FéNiX dijo...

jajajajajajja... está genial!
Las niñitas los prefieren brutos y otros detalles de los q me he logrado percatar como constantes de nuestras charlas.

Un beso

Negra dijo...

Buenísimo Amigo! Me gusta la frescura del relato, me parece sencillo y muy divertido!
Muy bien!!