viernes, 16 de enero de 2009

La Luz

Cada cual de los que querían llegar a algún lado siguieron en la senda mayor, el camino que corresponde a los iluminados, aunque corría el rumor entre los presentes (la mayoría mercenarios de escaramuza) que el camino que ellos seguían que no era mas que el producto de un utópico muy entusiasta o simplemente un orate.

Según la última revelación, la cual fue motivo de una pugna que se recuerda hasta nuestros días entre los templarios, el jardín de invierno era un campo eliseo al final de un viaje tras pasar por más de siete infiernos con sus respectivos guardianes, paladines exiliados deshonrosamente, bestias de algún imaginario solo descrito por las leyendas contadas por los sabios de nuestro pueblo, policéfalos coterráneos de aldeanos capaces de levantar cualquier animita en procesión con tal de salvarse de alguno de sus tormentos infinitos, así como espacios inexplorados sin memoria ni tiempo y sin mas destino que la búsqueda de un paraíso perdido el cual siempre se supo que era solo un mito.

Frente a la barrera de escépticos un carismático con un mínimo de visión política se inspiro como pocas veces se ha visto en el ocaso de los días e hizo alusión a los sobrevivientes del primer Apocalipsis entrando peligrosamente en un terreno donde se entremezclaba un traumático momento del que pocos se habían repuesto o simplemente aun no asimilaban las dimensiones del peligro al que estuvieron expuestos con los que lisa y llanamente se volvieron locos (nadie puede culparlos). Habían sobrevivido, es cierto, ¿Cuánto tiempo? Y peor aún, ¿Para qué?.

Se sabía que quedaban algunos intelectuales sobrevivientes (de otra forma quizás habría mas sobrevivientes), prueba de aquello, no faltaban los trastocados que declamaban, entre lo que quedaba de muchedumbre, en su nula capacidad retórica su corriente de filosofía nihilista capaz de enaltecer a cualquiera, cualquiera que sea capaz de recordar sin romper en llanto o coprolalia desmesurada llena de epítetos y culpables. Estos, vaticinaron a granel las mil y un variantes posibles de esta época, el problema estaba en que la gente les creía.

Dios se vengó, Dios se fue, Dios perdió la fe en nosotros, aunque ya no había ni religión ni metafísica igualmente se llegó a este tipo de conclusiones; el ser humano nunca deja de ser lo que es, un ser humano.

Aquellos que aun pueden recordar aquellos días cuentan que surgieron falsos profetas que se aprovecharon de aquellos que aun querían creer y los guiaron ciegamente entre estos infiernos con la esperanza de llegar a la tierra prometida, o por último a un análogo que los hiciera llegar a una locura de delirios carentes de conciencia de sus dolores; se dice que fueron los primeros, los únicos que sintieron los agasajos de la época. Se convirtieron en una clase privilegiada.

Siempre me he preguntado, que hubiese pasado si yo también pudiera contar lo que me pasó.